La Filosofía Como Respuesta by Martin Alonso Aceves Custodio

El conflicto palestino-israelí en perspectiva

El problema palestino-israelí se agrava a diario. Pese a que hay optimistas que creen que cada vez estamos más cerca de una solución pacífica, las actitudes de ambas partes nos demuestran otra cosa.

Estamos viendo un conflicto que se agrava a raíz de la radicalización del pensamiento de cada una de las partes. Los israelíes desecharon hace tiempo la idea de resolver el problema con “la solución de dos estados”, principalmente motivados por políticos que aseguran que una convivencia pacífica con un Estado palestino como vecino nunca sería posible.

Los palestinos, motivados por las constantes ocupaciones israelíes, los desplazamientos forzosos de sus tierras y la discriminación sistemática a la que han sido sometidos, han visto una inclinación hacia movimientos de liberación más radicales, como los liderados por Hamás y la Yihad Palestina

La supuesta paz alcanzada en 1993 en los acuerdos de Oslo fracasó por desconfianza mutua. Grupos extremistas de ambos lados atacaron a sus contrapartes, sellando así el pacto de escalamiento en la violencia y, lo que es peor, en el pensamiento de división entre palestinos e israelíes.

Acuerdos internacionales

Ambas partes han violado los acuerdos internacionales, así como los derechos humanos de ambas poblaciones.

El propósito de este escrito no es buscar un responsible, puesto que eso no nos acerca a solucionar el conflicto, sino darnos cuenta de cómo la radicalización del pensamiento puede, en pocas generaciones, llevar a desechar soluciones pacíficas en beneficio de todos.

La radicalización 

La radicalización del pensamiento implica una visión corta y excluyente del mundo, generalmente donde solo se valida la perspectiva propia. Al hacer esto, excluimos y marginamos a otros; sus ideas nos parecen menos válidas. El pensamiento lleva a acciones y las acciones a patrones de conducta que generan desarmonía. 

En las palabras del filósofo y psicólogo Erich Fromm, “Si una persona ama solo a una persona y es indiferente ante todos los demás, su amor no es amor, sino apego simbiótico o egoísmo ampliado”.

Asimismo, cuando una parte en conflicto ama únicamente a su causa sin ver y entender las necesidades del otro, la resolución de conflictos se torna difícil y accidentada.

Radicalización en la sociedad israelí

La narrativa del nacionalismo judío ha llevado a un enfoque en seguridad desde la creación del Estado de Israel en 1948. Al construir muros, establecer puestos de control y utilizar tácticas militares para controlar a la población, los israelíes refuerzan la noción de que los palestinos son “los otros” y siembran la idea de confrontación.

Pero no solo el nacionalismo ha jugado un papel duro en la radicalización; la religión ha apoyado también. Narrativas bíblicas se usan para justificar la expansión en tierras de Cisjordania y Jerusalén. 

Son más de 70 años reforzando discursos políticos que llenan a la juventud de ideas obtusas. Los líderes que adoptan posturas más conciliadoras se ven enfrentados a su propia gente y, en ocasiones, asesinados, como sucedió con Yitzhak Rabin. 

Es un ciclo de pensamiento radical, propaganda política y polarizaciones que reducen el espacio para pláticas de paz y, al ser este espacio tan reducido, el pensamiento radical se valida. 

Radicalización en la sociedad palestina 

Décadas de ocupación y desplazamiento avivaron la frustración palestina. Pobreza, desempleo y restricción de tránsito llevaron a la población a la resistencia. El fallo de la vía diplomática cerró las opciones de miles de personas. 

El partido secular y moderadamente conciliatorio Fatah fue desplazado por Hamás, un partido que sostiene una postura hostil. De ahí que veamos un resurgimiento en el sentir nacional de que, sin un conflicto armado, será imposible recuperar las tierras y los derechos perdidos. 

Aunque pudiéramos justificar esta postura, no debemos olvidar que promueve una escala en la relación tensa que de por sí se vive. 

Propuesta

Fomentar una narrativa que elimine la polarización del conflicto es importante. Ayudaría a eliminar la desconfianza que ha existido desde el inicio de la migración sionista a inicios del siglo XX. A través de proyectos culturales podríamos promover la visión del “otro”, logrando la coexistencia. 

Para esto necesitaríamos apoyo internacional, mediadores neutrales que garanticen la seguridad y que observen el cuidado de los derechos humanos. 

No es una tarea rápida; involucrará al menos una década o más de paz ‘incómoda’, pero es necesario desaprender todas las narrativas que hoy permean la mente colectiva de estas dos sociedades. 

Quizá la generación más joven de hoy sea la que alcance una paz duradera. Y es una corazonada, pero me atrevo a decir que ese acuerdo será alcanzado sin hacer mucha alusión a la narrativa nacional. 

Después de todo, como propone el premio Nobel de economía indio Amartya Sen, el desarrollo humano no debe medirse únicamente por el crecimiento económico, sino en la expansión de libertades y capacidades de las personas. ¿Cuántas libertades entregamos, nuestras o de otros, en nombre del nacionalismo? 

Conclusión

La radicalización, al reducir la posibilidad de diálogo y profundizar las fracturas entre comunidades, perpetúa el conflicto palestino-israelí. Para que la paz sea una realidad, es fundamental desmontar narrativas extremistas y fomentar espacios de encuentro donde la empatía y la justicia sean la base de la convivencia. 

Solo con la voluntad genuina de transformar el resentimiento en entendimiento será posible construir un futuro sin violencia.

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