Realidad de la filosofía

Hemos crecido con la idea de que la filosofía es una de las áreas del estudio de las humanidades.

Pensamos que filosofar es una actividad que solo aquellos que dedican su vida y su interés a la disciplina, pueden realizar. Pero, ¿Cuál es la realidad detrás del quehacer filosófico que intersecta con las demás disciplinas?

Estudiar filosofia no es lo mismo a hacer filosofía, o filosofar ;el filósofo alemán Friedrich Nietzsche criticaba con vigor el historicismo filosófico por estar plagado de conceptos y memorización en lugar de ejercer el proceso reflexivo y vinculativo que distingue a la actividad.

Actualmente, muchas universidades enseñan en sus aulas historicismo filosófico y olvidan la parte medular de la filosofía.

La filosofía como punto de partida

La filosofía es el punto de partida de cualquier disciplina que hoy pudiéramos nombrar.

Está necesidad compulsiva por dividir las áreas del conocimiento y especializarse en ellas, es el reflejo de una época donde el acceso a la información y la comunicación humana era limitada.

Si analizamos con calma el nacimiento de cualquier ciencia o pseudociencia, podríamos ver con calma que parten de un proceso de análisis, reflexión y, por qué no, de soñar despierto.

Poseemos los recursos necesarios para agrupar el quehacer filosófico de toda disciplina que emana de él en un solo empeño.

Basta reformar las currículas estudiantiles – que en varias escuelas ya se está realizando- y cambiar la percepción que tenemos.

El universo es uno y la realidad también, ¿Por que nos empeñamos en dividir y conceptualiza? Si al final de cuentas toda actividad consciente en la que el humano se involucra es, por definición , quehacer filosófico.

Conclusión

Al integrar la filosofía en nuestro aprendizaje y práctica cotidiana, no solo fortalecemos nuestra capacidad para comprender y transformar el mundo que nos rodea, sino que también cultivamos una mayor conciencia de nosotros mismos y de nuestro lugar en el universo.

Al abrazar la filosofía como guía y compañera en nuestro viaje intelectual y espiritual, podemos alcanzar nuevas alturas de comprensión y sabiduría, y contribuir de manera significativa a la empresa colectiva de construir un mundo más justo, equitativo y humano.

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