El Imperio de la Hipocresía

Estamos llegando al punto histórico donde nos vemos de frente con la realidad.

En un planeta lleno de democracias, aparentemente regulado por tratados internacionales y máximas en los derechos humanos, seguimos viendo violaciones a los principios de autodeterminación de los pueblos y a la soberanía de distintas naciones. 

Tapar el sol con el dedo es fácil, lo hemos venido haciendo por largo tiempo.

Podemos decir misa sobre la supuesta época colonial como vestigio del pasado, pero la nueva colonización no es territorial, es política. 

Lo que soñamos

La hegemonía que los Estados Unidos está ejerciendo sobre otras naciones no representa la libertad democrática que supuestamente soñamos.

Este imperialismo económico sólo está acrecentando los problemas de las naciones. La soberanía nacional es una burla. Es una mentira bien contada. 

La Argentina de Pinochet, el Chile de Videla, la monarquía Saudita y el Estado de Israel son muestra de ello.

Cuando los intereses de la “policía militar internacional” no están alineados con la predilección de un pueblo, entonces el principio de soberanía nacional puede ser pisoteado para luego ser “salvado”.

Las naciones del mundo

¡Benditos nuestros salvadores! ¿Qué sería de nosotros sin ellos? Y ahora que más o menos tenemos una estabilidad de naciones con 190 o 205 en existencia, según sea la conveniencia, ¿qué hacemos del principio de autodeterminación de los pueblos? 

Recordemos que muchas de las naciones del mundo son artificiales. Panamá, Belice, Nigeria, Sudán, Indonesia, Malasia, y contando. Sus pueblos pueden encontrar la cohesión nacional, pero no por eso comparten todos los usos y costumbres o la visión a largo plazo.

Estos pueblos, en teoría, deberían ser capaces de elegir su forma de gobierno y de vida a costa del bien nacional.

Pero en ocasiones, cuando estos grupos buscan la secesión de sus gobiernos nacionales, se enfrentan a represión y violencia.

El control sobre las naciones

¿Cuál es el miedo detrás de tener 500 naciones o 1000 naciones? En mi opinión, el control sobre ellas es lo que atemoriza a los que ejercen el control global.

Esto pasa en naciones en vías de desarrollo, pero también ocurre en países de primer mundo. 

Escocia, Taiwán, Cachemira, Cataluña, California y Palestina han buscado su independencia.

Entonces vemos que la autodeterminación es, en muchos casos, una amenaza para la soberanía nacional. Y también vemos que la soberanía nacional es una ficción que nos permite dormir bien por las noches.

Para cuestinarse

 ¿Vale la pena continuar con la charada? ¿Acaso no hay más gente cansada de ver lo evidente y seguir creyendo en cuentos de hadas? Es necesario que demos los pasos necesarios para abolir las naciones. 

La identidad cultural y nacional ya no son importantes. El último salto de la globalización es alcanzar la ciudadanía global.

¡Pero ojo con esto! Hay que tener cuidado con las propuestas de Federalismo Global y Gobernanza Mundial

En casos como esos no estaríamos mejor que como hoy estamos. La solución sería una comunidad global de cientos de miles de comunidades dinámicas.

Las conexiones económicas, culturales y sociales trascienden fronteras.

Conclusión

La autodeterminación, un derecho fundamental de los pueblos, sigue siendo pisoteada en muchas partes del mundo debido a la hipocresía de aquellos que predican la libertad mientras practican la opresión.

Este fenómeno refleja una profunda contradicción en la política global, donde los intereses económicos y geopolíticos a menudo prevalecen sobre los principios de justicia y equidad.

Para superar este desafío, es esencial que la comunidad internacional adopte una postura coherente y comprometida con la defensa de la autodeterminación, promoviendo políticas que respeten la soberanía de los pueblos y fomenten un diálogo inclusivo y respetuoso.

Solo así podremos avanzar hacia un mundo más justo y equitativo, donde la autodeterminación no sea una promesa vacía, sino una realidad tangible para todos.

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Estamos llegando al punto histórico donde nos vemos de frente con la realidad. En un planeta lleno de democracias, aparentemente regulado por tratados internacionales y máximas en los derechos humanos, seguimos viendo violaciones a los principios de autodeterminación de los pueblos y a la soberanía de distintas naciones. 
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